Hace unas semanas Judit Sierra Vega me invitaba a ser entrevistada para su trabajo Fin de Grado de sus estudios de Periodismo en la Universidad Carlos III.
Quería conocer de primera mano en qué consiste el arte como terapia, qué beneficios tiene y cómo funcionan las sesiones.
Hoy os compartimos la entrevista para que podáis tener también una visión más cercana de nuestra oferta de acompañamiento desde Arteterapia.
Mi trabajo consiste en ofrecer a las personas y grupos herramientas de expresión que les permitan sentirse, conocerse y transformar su realidad para acercarse más a la salud. Para acompañarles en ese proceso les animo a recuperar sus propias capacidades de escucha, percepción y expresión, y a partir de ahí tratar de alinear sus deseos y necesidades con las características de su personalidad que les han ayudado a sobrevivir, a tratarse con compasión y confiar en sus estímulos y sensaciones internas para tomar decisiones.
En ese viaje interior solemos detectar patrones de relación y conductas que se instauraron en la infancia y a través de las relaciones emocionales importantes, y que tomamos como mejor pudimos y necesitan reactualizarse.
Para ello nuestro cuerpo sigue siendo la fuente principal de información de cómo nos sentimos, qué necesitamos y qué es aquello que ya no nos sirve, es la fuente de de referencia. Y a través de esa escucha le damos los lenguajes artísticos y lúdicos para poder iniciar una comunicación con nosotras mismas sin juicios, con una mirada abierta a nuevas imágenes, y al permiso de jugar a través de los materiales para recrear nuevas posibilidades, y así poder hacer lo mismo en nuestras vidas.
Siempre me interesó la magia que se da entre algo físico, como son las neuronas, y algo intangible como las emociones, esa traducción de la energía química y física en la energía emocional. Durante mucho tiempo deseé estudiar medicina para descubrir esa magia.
Después me decanté por el grado de Educación Social porque sentía que podía acompañar a otras personas a través de la educación, transmitiendo esa capacidad innata de desarrollo de toda persona. Para mí fue un descubrimiento personal durante mi infancia y eso me animó.
Cuando comencé a trabajar como educadora conocí de primera mano diferentes colectivos de riesgo (menores, personas migrantes, personas con problemas de salud mental y adicciones) y estuve muchos años dedicándome a acompañarles a recuperar su salud, pero muchas no llegaban donde las instituciones y yo misma deseaba, porque no eran caminos elegidos ni deseados por ellas, si no por actores externos de sus vidas.
Tras unos años negociando internamente con el conflicto de sentir que lo que hacía no era lo que realmente esas personas estaban necesitando de mí, y con que mi propia dificultad para acompañarles en su realidad el cambio vino casi solo.
Los proyectos donde estaba comenzaron a terminarse y aproveché la ocasión para replantearme mis deseos profesionales, quería acompañar pero sin decidir por las demás personas, quería trabajar con el cuerpo y con el arte (sin objetivo estético).
Algo que yo deseaba ya existía, la Arteterapia Gestalt. Después de buscar la formación que más se acercaba a mis intereses comencé un proceso personal y formativo de cuatro años que sigo reactualizando.
El resto se concretó en mi trabajo en GestArte y Escuela Hephaisto.
Descubrí por fin que esa magia que yo sentía en mí la compartimos todos, la conexión entre el cuerpo y la emoción.
En España no existe a día de hoy una profesión (Ministerio de Trabajo) y queda mucho para que eso se concrete. Aún así creo que el camino de valoración y reconocimiento verdadero no va a provenir de fuentes externas si no de las personas que se benefician de ello y pueden dar testimonios. En el ámbito de la salud mental se están abriendo vías de conexión y es muy buena señal, a pesar de que las colaboraciones vengan limitadas por una relación de desconfianza antigua entre las metodologías orientadas a resultados y las orientadas a procesos y humanas.
En ocasiones se esperan resultados medibles, inmediatos y que no saquen del dolor, y creo que a menudo permitirnos estar en el dolor es lo que nos abre el camino a que salgamos de él. Son enfoques diferentes pero muy complementarios.
Sin duda. Quizás la cita de Gaetano Veloso nos oriente: “De cerca nadie es normal”
Es cierto que las enfermedades mentales están catalogadas y nos ayudan a tener criterios comunes, sobre todo a la hora de organizar información, que como humanos nos calma mucho. Pero más allá, y por encima de cualquier catálogo, hay personas y en muchas ocasiones la etiqueta hace produce más daño que alivio.
No es comparable tampoco el nivel de sufrimiento y consecuencias en la vida diaria que pueden tener cada persona por el estado y equilibrio de su salud mental.
Pero sin duda, todas, detrás de nuestras dificultades y dones; somos personas, y cada cuál en sus posibilidades puede expresare, relacionarse y evolucionar sintiéndose persona. Creo que en este punto, desde Arteterapia Gestalt, trabajamos poniendo el foco en esa realidad común, lo humano. Partimos de tomar a quien acude como es, en cada momento presente, sin esconder nada. Tapar, esconder, ocultar, son quizás más necesidades de los que creemos estar sanos para no vernos en la enfermedad, aunque sea en otra medida.
Trabajo con el cuerpo, desde lo más básico que sería poder sentir mi cuerpo hasta hacer ejercicios que me ayuden a recuperar información grabada y memorizada en mí a niveles sensoriales. A nivel expresión artística dispongo de muchos materiales que según cada persona, su momento, sus intereses, y mis sugerencias vamos incorporando.
Desde los clásicos materiales plásticos (pinturas, ceras, collage, fotos, imágenes, papeles), construcciones, muñecos y figuras, títeres, caja de arena, instrumentos musicales, cuentos y libros, modelado (barro, plastilina).Hasta técnicas de expresión e interacción, dramatizaciones, juegos de vídeo y foto.
Todo ofrecido desde un encuadre de juego, de proyección a través de los materiales y de simbolización en y con ellos.
Con nuevas perspectivas. Esto incluye que a veces toman conciencia de algo doloroso que han estado ocultándose y verlo es también un paso a veces difícil, a veces liberador.
Cada sesión es única y cuando sabemos que vamos a encontrarnos con nosotras mismas nos abrimos a que sea placentero o doloroso.
Cuando los procesos terminan lo que nos trasladan es una sensación de renovación, de aceptación y más autoconciencia para seguir el camino sin nuestra compañía.
Los momentos que recuerdo tienen que ver con dos factores que te comparto sin dar detalles por respeto a la privacidad; el cuerpo como canal y la imagen del inconsciente.
Lo que más me siguen impactando a día de hoy es la capacidad del cuerpo como canal de comunicación. En muchas ocasiones he podido ver en sesión cómo escuchándose, y dejando que el cuerpo hable encontramos en él también las vías de restauración. Movimientos no hechos en el pasado que hoy se movilizan tienen un valor incalculable a nivel corpóreo. Imagina que puedes haber estado teniendo miedo a caer por una experiencia corporal que se grabó como señal de alarma y nunca fue actualizada. O que tu cuerpo responde ante estímulos concretos que tienes asociados a una experiencia concreta y a día de hoy te vuelven a activar la ansiedad o la angustia.
Dándole espacio a esas sensaciones corporales ahora, con las herramientas adultas y con otras nuevas que te aporta la arteterapeuta, con nuevos materiales para expresar qué pasaba allí, es como podemos desbloquear y movilizar la energía contenida.
La otra situación que me sigue impresionando es cuando la persona, a través de lo que crea en sesiones, de una forma aparentemente inconsciente, sin objetivo concreto, empieza a tomar conciencia y a ver información que de otras maneras no logra verbalizar ni reconocer. En este caso hablo sobre la información que de forma no consciente estamos volcando en los materiales y en las creaciones artísticas y que tienen todo un significado y una simbología, segura, para cada persona.
Como arteterapeuta nunca sé lo que significa porque no interpreto, pero me relaciono con la obra como una parte de la persona que se nos está mostrando y al hacer esto mismo el /la creadora se restaura también la comunicación interna.
En ambos casos son momentos de “Eureka!” como si de repente las piezas encajaran.
Por supuesto.
El arte, como forma de expresión y sublimación, va más allá de lo racional.
Venimos al mundo sin lenguaje y a pesar de eso nos comunicamos, expresamos y relacionamos. Usamos el cuerpo, los sentidos y el lenguaje simbólico propio, justo esto es lo que tratamos de recuperar en Arteterapia Gestalt para poder sentirnos personas más plenas.
La posibilidad de expresarnos con otros lenguajes nos da la libertad de hacerlo de una forma segura, íntima y única, más allá de los significados que los demás, incluso nosotras mismas, necesitamos poner en nuestras creaciones para sacarlas al mundo y mostrarlas a otras personas. Lo que realmente ocurre cuando usamos los medios artísticos tiene que ver con el proceso para crear, no tanto con el resultado de la creación, que siempre puede seguir viva.
Volviendo al interior. Nuestro desarrollo físico y emocional evoluciona de dentro hacia fuera, visto con perspectiva dentro de nosotras están la bebé, la niña, la adolescente, la joven,…, y todas las facetas que he ido perfilando para jugar mis roles. Y también están todas las que no encajaban, las que no se premiaban, las que descarté, pero siguen ahí disponibles.
El arte es una forma de acercarme a mí y a mis sensaciones con una actitud lúdica de permiso, donde cabe todo y no hay límites ni juicios porque en ese lenguaje no tenemos las reglas que en el mundo racional.
Si creamos una puerta de entrada y nos regalamos la posibilidad de poner en los materiales y los juegos eso que intuimos, descubrimos que muchas de las fantasías o creencias son estructuras pasadas y podemos seguir creciendo.
El viaje de vuelta al exterior entonces nos aporta muchas más posibilidades, recuperamos nuestra capacidad de ser también otras, ajustándonos al presente y a nuestros deseos y necesidades.
En la actualidad vemos que tenemos muchas dificultades para estar con nosotras mismas, la cultura de las redes sociales, la inmediatez y la imagen no ayudan a conectarnos, pero el mismo tiempo nuestra salud nos pide más conexión interna, más escucha.
Quizás lo más impactante y característico es sentir que nos tratamos como nos trataron y seguimos sin cambiar nada. La necesidad de contacto y de amor de las personas es constante pero perpetuamos mucho “mal trato” hacia nosotras mismas, el mismo que sentimos y que pudimos sostener, lo que aprendimos. Cuando nos ocupamos de atendernos como hubiéramos necesitado pasamos por la rabia hacia los otros, hacia nosotras mismas y según se van liberado y expresando vamos encontrando maneras de tratarnos y amarnos, de respetarnos y cuidarnos como lo deseaban hacer las personas que nos atendían, aunque no lo viviéramos así.
La rabia, la frustración, los miedos, la sensación de abandono, la necesidad de consuelo y cercanía, de respeto, de valoración por ser quienes somos, con todo, suelen ser cuestiones muy comunes.
Acompañar. Es la palabra que hasta ahora más refleja mi función. Me ofrezco de puente entre la persona y todas sus posibilidades, no espero nada ni juzgo nada, estoy con ella plenamente y le ofrezco otras formas de comunicarse y expresarse, la veo a través de sus creaciones y la veo como alguien sabio, que en el espacio adecuado puede retomar todo su poder. No sé lo que necesita porque realmente quien sabe es ella/él, yo soy una testigo. Trato de reflejar lo que a veces cuesta ver, a través de la relación conmigo y con sus creaciones, para que dentro del espacio terapéutico pruebe a relacionarse respetándose, y así ir pudiendo sacar esas herramientas en su vida diaria.
Me gusta verme como una imagen del espacio y la persona que tienen dentro de sí, cuando los procesos terminan no soy necesaria porque ya se han recuperado para acompañarse a sí mismas.
Por otro lado los estudios y experiencias propios en relación al desarrollo psicoevolutivo, las estructuras del carácter, la anatomía del lenguaje corporal, el tipo de relación conmigo me dan pistas para generar hipótesis teóricas que me guían en ese acompañamiento. Es fundamental tener conocimientos básicos y la propia experiencia como paciente para poder acompañar a otra persona.
Más fe en las capacidades humanas para vivir de una forma más respetuosa y amorosa. En cada proceso aprendo y me miro a mí misma, crezco con las personas que confían en mi acompañamiento.
Ver a alguien restaurar su amor propio es un regalo.
María Sanz
En breve nos compartirá su trabajo completo y os la haremos llegar también.
¡ Gracias Judith!
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